Hace tiempo que no escribo cartas, ni compro rosas para regalar, hace tiempo que no cocino para nadie que no sea yo, no me levanto temprano para preparar el desayuno y que la mesa esté lista para cuando él despierte. Hace tiempo que no espero a nadie con la cena puesta. He dejado de buscar canciones para dedicarlas, he dejado las ganas de agarrar la guitarra para aprenderme alguna tonta canción y cantarla en su cumpleaños.
No he vuelto a salir de casa a la mitad de la noche y atravesar la ciudad con globos en las manos solo para decir te amo, no he vuelto hacer el ridículo de gritar en los parques te amo y que un amigo aparezca gritándome loca, no he vuelto a robar las llaves para que se quede y no vaya a casa, no he vuelto a suplicar: -quédate esta noche.-
No he vuelto a preparar el desayuno, no he vuelto a preparar chocolate ni comprado conchas para pasar las tardes lluviosas bajo las sabanas viendo alguna película cursi.
No he vuelto a ser yo desde aquel día que una parte de mí se rompió; las heridas rompen, las cicatrices quedan, las historias siempre están contando un pasado, las experiencias nos cambian y el aprendizaje no retrocede.