TU

Esto no es poesía. Esta soy yo: desbordandome...

sábado, 30 de abril de 2016

Siempre en el mismo lugar


¿Recuerdas la última vez que dijiste adiós con un quédate enganchado a la palma derecha que se despide?

Vamos. Esa vez que pusiste dos dedos en tus labios para recordar aquel beso, o cuando no le echamos azúcar al café para saber que el día no puede ser más amargo o más fuerte que eso. Incluso el dolor que ya conoces.

De nuevo: ¿Recuerdas la vez que corriste tanto que luego ya no podías ni entonar la primera silaba de una palabra? ¿El jadeo desesperado que te hacia recostarte? Como si llevaras horas haciendo el amor. Pero luego ya nada, solo corrías.

¿En qué pensabas mientras lo hacías? ¿Por qué corrías?

¿De qué escapabas?

Más simple: Ve al día en el que bailabas como tonto porque acababas de besar a la mujer más hermosa del mundo (eso decías tú), y ni tú mismo te lo creías.

Mejor aún, la vez que te dijo te amo y te preguntabas si era contigo o seguías en cama, en el sueño de anoche.

Como el día en que te preguntan ‘’ ¿dónde te duele?’’ y señalas tu pecho, su nombre, su foto. Y aun así, nadie te entiende.

Y escarbarse la piel, sólo para descubrir que más abajo hay huesos, que no estamos hechos de ramas. Que adentro no hay mariposas.

¿Qué quieres contar luego de arrancarme las alas y echarle alcohol a las heridas?

¿En qué lugar quedamos al irnos por cada lado? Fíjate, nuestra calle es redonda. Sin esquinas, sin una parada.

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