que precede al rugido.
El nuestro
-un silencio compartido lleno de eco-
es ya un idioma en extinción,
no hay grito que lo devuelva a la vida
ni boca que lo reconozca.
Es mejor así,
pero a veces vuelvo al lugar donde exilié tu voz
y me cuesta regresar
ilesa.
Dejar mis recuerdos en otro sitio
es abandonar
palabras que no se volverán a pronunciar.
Aquí dentro
el silencio es un hueco inhabitable.
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